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¡ La Remonta no se toca ! 

Abrir este espacio natural a los ciudadanos y adecentarlo con el menor coste y la máxima sostenibilidad

 

Durante estos días de verano de 2015 ( como en silencio y mientras la ciudad "sestea" y se pone en "modo vacacional",  la Corporación municipal de Santander ha aprobado el Plan Parcial de la Remonta.

 

Si hace 35 años la ciudad adquirió grandes áreas verdes periféricas para convertirlas en parques públicos, La Magdalena, Mataleñas y parque del Doctor Morales, la autorización para construir viviendas en la finca de La Remonta es un enorme paso atrás ( que no debemos permitir los santanderinos)  en la consecución  de un amplio cinturón verde a la entrada de la ciudad uniendo el parque de Peñacastillo, La Remonta y el parque del Doctor Morales. Tal hecho, rompe definitivamente la esperanza de avanzar hacia un modelo de ciudad más habitable y moderna, y tiende a consolidar un modelo urbanístico obsoleto del que será muy difícil que escape la ciudad.

 

Resulta injustificable que en una ciudad donde la población ha disminuido en los últimos 20 años de manera constante, en la que además de las numerosas viviendas vacías existen dificultades para ocupar las viviendas sociales, se pretenda construir aún más viviendas a costa de privar a la ciudad de uno de los espacios verdes todavía libres en la periferia del municipio, con alto valor ambiental y estratégico para un desarrollo futuro que evite los errores y carencias que Santander arrastra desde el pasado en su planificación.
La creación de un gran parque naturalizado (nada que ver con jardincitos con arbolillos en macetas, enormes paseos de hormigón y 4 columpios), libre de viviendas, ayudaría a modernizar el diseño urbano de Santander, al estar su territorio excesivamente construido y sometido a un proceso creciente de ocupación, saturación y reducción de los cada vez menos suelos libres que aún conservan sus características naturales.


Santander ha basado históricamente su desarrollo urbano en un crecimiento disparatado y desmedido de la construcción de viviendas, hasta prácticamente agotar el suelo municipal disponible, olvidándose de la importancia de los espacios naturales y lugares de esparcimiento, descanso y relajación para sus ciudadanos, en un entorno natural y no agresivo.


La aprobación del Plan de La Remonta supone un despiadado, absurdo e insultante intento de acabar con uno de los últimos espacios libres que podrían contribuir a hacer de Santander una ciudad más amable y habitable para sus ciudadanos. También demuestra la rigidez e incapacidad de los gestores y quienes les apoyan para adaptarse a las circunstancias y demandas actuales de la sociedad, y su carencia de un modelo territorial alternativo para Santander, distinto del actual, que reduce el urbanismo a la continua construcción de viviendas, priorizando los intereses económicos de los promotores sobre el interés social y la calidad de vida de la inmensa mayoría de los habitantes de la ciudad.

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